¿JEFE?, ¿QUÉ JEFE?
Hace cuatro años ya lo decía: la galopante corrupción, la degradación no solo de la ética gubernamental, sino incluso del mínimo decoro, que ha sido substituido por una chabacana arrogancia, hacían necesario un cambio de gobierno, y por extensión, de las Cortes y el Senado, o sea: destitución del gobierno y convocatoria de elecciones. Como contaba entonces, eso es lo que hizo un Jefe del Estado, un Primer Ministro de derechas y honesto: don Aniceto Alcalá Zamora, cosa que no parece que ni tan solo le pase por la cabeza al actual Jefe, agazapado tras un estruendoso silencio cómplice, ante la gravísima situación del país.
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¿Os viene también a la cabeza la pregunta? ¿Podrían ser las próximas elecciones la puerta a la III República? Por desgracia, no parece posible dada la deriva cortoplacista de los protagonistas políticos. Entonces, en unas elecciones salidas de una corrupción que frente a la actual parecería cosa de niños, las izquierdas (incluso partidos de centro) fueron capaces de ponerse de acuerdo en un mínimo de reivindicaciones, incluso manifestado por escrito, junto a los acuerdos, las discrepancias existentes, no tan fuertes sin embargo como para impedir una acción conjunta en lo que sí era una posición común: evitar que el creciente fascismo de la CEDA absorbiera todo el poder. Lo analicé en tres artículos dedicados al Frente Popular, escritos hace cinco años. Si queréis, leedlos y decidme: ¿Hemos avanzado algo desde entonces?:
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