SECUENCIA XII: El rebaño

La secuencia XII de Sierra de Teruel, incluye una breve toma, que en el guión se describe así:

    1. Plano medio de frente del Presidente en la ventana. El campesino tercero se coloca a su lado. Los dos hombres miran un instante:

CAMPESINO TERCERO: Echan a correr por las ametralladoras de los moros.

Esto, que en parte es lo que se aprecia en el filme, está precedido y seguido por dos planos más que rezan:

23: Plano lejano de manadas de vacas huyendo lentamente, vistas desde la ventana, retrocediendo ante el ruido de las ametralladoras. Se sincronizará el ruido sobre el plano que se encuentra, si puede encontrarse. En todo caso podría rodarse en alguna parte de Francia.

25: Las manadas siguen huyendo, ahora más deprisa.

Esta es un claro ejemplo de la precariedad en la que se desenvolvió el rodaje. Ya se pensaba en rodar en Francia, dado que era imposible encontrar rebaños de vacas en una Cataluña hambrienta. Aún así, incluso en Francia, se tuvo que incluir una breve toma de un rebaño de ovejas. Era lo que se tenía a mano.

El optar por un rebaño de vacas no es gratuito. En las secuencias no filmadas, después de la XIV que veremos después, se necesitaban las esquilas, como recipientes para ubicar la dinamita.

Durante toda la secuencia XV, se repite la ambientación: RUIDO DE ESQUILAS Y DE GALOPE.

Dice GUSTAVO: ¡Las esquilas, muchachos! ¡Las esquilas para hacer bombas!

Desde luego, visto a distancia, era utópico pensar en rodar el plano 10 que indica: Dos vacas muertas están echadas en grandes charcos de sangre; en medio de la calle una vaca con las patas rotas trata de levantarse. Al volver la esquina algunas vacas se van tranquilamente hacia el campo…

GUSTAVO: ¡Coged las esquilas! ¡No dejéis que se vayan los esquilones!

En la secuencia siguiente, se repara en la campana de la iglesia, que se tirará a la plaza para poder utilizarla también contra las tropas asediantes.

Así pues, la toma 24 de la secuencia XII, se filmó en Barcelona, y aun precariamente como veremos en otra entrada, añadiendo la visión de las ovejas en el momento del montaje en Francia. En la próxima entrega, terminaremos con la secuencia XII, analizando la ubicación del rodaje del interior del Comité del Frente Popular de Linás.

 

Me permito un inciso autocomplaciente: En mi novela Campo de esperanza, este breve fragmento me sirvió para reflejar la ilusión de Agustín, el joven protagonista, de participar en el rodaje, en el que era simplemente un ayudante de carpintero.

El CAPÍTULO XXVII, refleja las dificultades durante el montaje, previo a la primera proyección de Sierra de Teruel, en junio de 1939. El texto dice:

—Aquí iba el fragmento de los toros ─indicó André a Corniglion con un tono amargo.

Recordaba cómo habían luchado para encontrar una manada de toros bravos sin conseguirlo. Al final, solo un rebaño de ovejas filmado en Villefranche de Rouergue. Claro que tampoco pudieron filmar los tanques que, en su ataque, hacían huir a los toros, así que todo se había quedado en unos planos de ovejas corriendo como locas sin aparente sentido. Recordaba también que, para provocar la estampida ─por llamarla de alguna forma─, uno de los conductores había lanzado un par de petardos con el consiguiente susto de unos carboneros que les contemplaban curiosos. Ovejas. Max pensó en aquel joven amigo de su asistente Clara, Agustín, que estaba obsesionado por salir en la película, por hacerse actor. Quizá hubiera podido ser él quien, con gorra y una escopeta de caza al hombro, fuera diciendo «Echan a correr por las ametralladoras de los moros». Ametralladoras, no se verían ni falta que hacían. Si hubiese dicho tanques, habría sido distinto aunque fueran de mentirijillas. Suspiró. Se resignaba, pero solo momentáneamente.

Y en el capítulo siguiente, el joven escribe desde París a su hermana que está en Barcelona.

¿Te acuerdas de que Berenguer siempre me decía que me haría salir en la película? Pues por fin voy a hacerlo. He de decir una frase importante para el argumento. Estoy frente a una ventana, viendo cómo atacan los moros. Sus disparos hacen huir a un rebaño de ovejas. Tenían que ser toros bravos, pero es lo único que pudieron encontrar. Ha sido gracias al señor Aub. Se acordaba de lo que me había prometido. Es una buena persona. Espero que mamá esté orgullosa de mí si un día ve la película, aunque dudo que podáis hacerlo tal y como están las cosas en España. ¡Cómo me gustaría que papá se recuperara y pudiera también verla! Y tú, y Clara, y todos los vecinos.

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