MCD – (ante el tsunami)

Me dirijo a la manifestación; veo un Centro de Salud ocupado; me dan un folleto sobre un paro; más tarde me llamarán de la asociación de padres del colegio de los niños, “tenemos que hacer algo” me dirán. Las redes sociales en ebullición. No doy el abasto.

Me siento. Cojo papel y lápiz. Todas las reivindicaciones que sé y conozco (¡y tantas que se escapan!) son justas. El alud de recortes unilateralmente centrados en las clases media y baja; la prepotencia despectiva de los que ganaron gracias al derrumbe del contrincante que le ha dejado el terreno franco a la demagogia…, todo lleva a la indignación y ésta a la acción.

Pero delante de la arrogancia monolítica, la constelación de acciones puntuales les genera de nuevo la sonrisa de superioridad. No tienen ni para empezar. Tan sólo un mínimo de cohesión en las quejas y las reivindicaciones podrá generar una fuerza suficiente para dar la vuelta al proceso. ¿Hay un MCD (máximo común divisor) en las acciones citadas y entre los grupos sociales que las promueven?

¿Qué tienen en común el 15, el 21 i el 24? Que todos incluyen el 3, su MCD, su máximo común divisor. Después, cada cual sigue con su 5, con su 7 o remacha insistentemente el clavo en el 2. Pero si alguien convocara a todos los que tienen el 3 en su ADN, todos ellos estarían presentes.

Digo esto desde dos experiencias. Una, la de la derecha que sufrimos tantos años: “Una, Grande y Libre” decían unos que hoy parecen resucitar (al grito también famoso del “Dios, Patria y Rey”). “Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía” decíamos los que pertenecíamos a la Assemblea de Catalunya, aquel proyecto conjunto en el que pude participar a través de la Mesa de No Alineados y que lucía un espíritu unitario tan alejado ahora de nuestra sociedad. Bajo dicho lema se agrupaban entidades, grupos, sindicatos y partidos (los que a la larga la hicieron zozobrar), cada uno de los cuáles mantenía a su vez, la lucha en el sector que le era más afín. Pero el lema fue el aglutinante que dio fuerza al conjunto. Y sin mover a ninguno de sus participantes ni un milímetro de sus respectivos objetivos. A más a más. Gracias al lema aglutinante, dos más dos no eran cuatro sino seis.

¿Sería imaginable hoy un lema que agrupase desde los indignados a las asociaciones de padres; desde los funcionarios a los jubilados; de los catalanoparlantes a los que no lo son; de los que trabajan a los parados; de los que esperan una intervención quirúrgica a los desahuciados; de los defensores de la memoria histórica a las asociaciones pro-laicismo? ¿Un lema sin dirigismos partidistas, sin segundas intenciones, asumible por todo el mundo?

Sé que soy utópico. Pero como decía Bernard Shaw: “Veo cosas y digo: ¿por qué? Y yo sueño cosas que nunca han existido y digo: ¿Por qué no?”. ¿Por qué? Pues porque si no, la derecha monolítica (con pequeños matices locales que poco a poco se van fundiendo, ya que la pela es la pela), seguirá, como un tsunami, impregnando y contaminando toda nuestra sociedad y nuestra convivencia, hasta hacernos creer que la crisis acarrea como consecuencia inevitable la degradación de la democracia y la subyugación de los asalariados; y encima que es culpa de ellos.

¿Qué os parecería: Participación, Justicia y Constitución? ¿Os imagináis un lema común en todas las manifestaciones de rechazo al tsunami? Pues eso.

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