LADRONES DE TRIGO

VERGUENZAESCRACHE CONTRA LOS “LADRONES DE TRIGO”

Es una costumbre muy arraigada hacer servir el rechazo público como defensa de los ataques que pueda recibir la ciudadanía. En la Edad Media, los agentes de cambio de Barcelona (equivalentes a los  banqueros de hoy en día), cuando suspendían pagos eran sometidos al escarnio público e incluso hubo el caso de uno, de nombre Francisco Castelló, que fue decapitado el 10 de noviembre de1360, durante la crisis provocada por la peste negra. A principios del siglo pasado, en algunos pueblos leridanos, también estaba extendida esta práctica: Cuando pillaban a alguien robando, se le hacía pasear por el pueblo con un gran cartel sobre el pecho que decía, por ejemplo, “ladrón de trigo”. A menudo el resultado era que el implicado dejaba el pueblo, no podía seguir viviendo con el rechazo de sus vecinos. En estos casos no acostumbraba a haber violencia física, simplemente se le ponía en evidencia.

Hoy en día, los que están perjudicando a la colectividad, ya sea delinquiendo o apoyando medidas abusivas contra las clases populares, se pierden en la niebla de los pasillos del Parlamento, o en las aguas turbias de los palacios (sí) de justicia (a veces). Por lo tanto, y siempre que no sea con procedimientos violentos, es necesario dar a conocer, y evitar que se pierda su recuerdo, quienes están implicados en tanto daño social. Sólo esto: que se sepa, y que no se olvide quién es quién, al menos para empezar.

Actualmente se está practicando, con un encomio digno de respeto y agradecimiento, el escrache, sobre algunos políticos del PP, como medida de presión en la discusión de la ley hipotecaria. Bien. Pero no olvidemos que ellos sólo son los esbirros que ponen dócilmente en práctica las políticas que les soplan en la oreja los verdaderos inspiradores y receptores de los beneficios de tanta injusticia. Ellos también deberían ser puestos en evidencia y recibir nuestro desprecio, el escarnio del pueblo que está padeciendo su avaricia y su desdén.

Así pues, se podrían llevar a término medidas más amplias, como por ejemplo la publicación de la lista de bancos y cajas, con el detalle de los desahucios que realizan cada uno de ellos. Las entidades que se llenan la boca con su “obra social” y que por otra parte, disponiendo de miles de pisos vacíos, arrojan a la calle a familias que podrían quedar-se con un alquiler adecuado, sólo tienen en la cabeza el negocio. Y no olvidemos que el negocio lo aportan los clientes. La vergüenza ante éstos cuando vieran sus “obras” reales, y las eventuales acciones de rechazo (como por ejemplo una huelga de tarjetas de crédito), quizá les haría cambiar de táctica.

Y ya puestos, ¿por qué no hacer extensiva la actividad de escrache a otras áreas de daños sociales (Rato, Millet, Bárcenas, Camps, Fabra…), aunque ello significara desplazarse a Menorca, S’Agaró o Vaqueira? Quizá poniéndolos, respetuosamente y sin violencia, en evidencia ante amigos y lamedores de patas de langosta, algunos de ellos tomarían las de Villadiego y así nosotros podríamos conservar el poco trigo que aun nos queda.

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