PACTO CONTRA EL TSUNAMI

LA NECESIDAD DE LA MEMORIA

No sé si la historia se repite, o repite. A veces se nos atraganta un suceso, al faltarnos el complemento de lo “ya vivido” por otras generaciones. Es verdad que los contextos no son nunca iguales, tampoco los protagonistas, pero también lo es el hecho de que en situaciones con trazos parecidos, las respuestas son también homologables a experiencias anteriores.

Ello viene a cuento de la ola de neoliberalismo que nos inunda, con unos rasgos que hacen recordar los reiterados intentos del capital para domesticar a la población, obteniendo de ella unos productores dóciles, ajustados al orden y al dictado de sus medios económicos y de comunicación. Quizá no sea correcto, pero a mi entender lo de menos son los recortes salariales (pido perdón a los afectados), y lo de más los recortes sociales, políticos, medioambientales y la obcecación por aplicarlos solamente a los segmentos medio y bajo de la sociedad. El paro, el salario, son parte del chantaje; los derechos que se han empezado a cercenar con saña (laboral, sanitaria, laicismo, dependencia, imparcialidad judicial, equidad informativa…) van a quedar gravados a fuego en la sociedad española durante, como mínimo, otros cuarenta años.

Poco importa quienes sean ahora las fuerzas que empujan a los políticos en el poder a “domesticar” a la población. A lo largo del tiempo no son tan distintas y si ahondáramos un poco, encontraríamos infinidad de similitudes. Citaba en un artículo anterior a Paul Preston, cuando decía[1]: “En noviembre de 1933, había la probabilidad de que la victoria de las derechas en las elecciones se utilizase para revocar las reformas conseguidas hasta el momento… Este cambio iba a producirse en el momento de mayor intensidad en la crisis del desempleo”. También la presión de los poderosos (terratenientes en los años 30, “mercados”, CEOE y banca en 2012, la Iglesia, como siempre)  era similar. Sigue el autor: “En cuanto los terratenientes comenzaron a ignorar totalmente la legislación social y a tomar represalias por las incomodidades de los dos años anteriores, el paro aumentó aún más”. ¿Hay alguna diferencia con lo que está pasando hoy? Sí, la hay. Los datos son que en diciembre de 1933, el paro en España era del 12% (aunque agravado por la ausencia de una seguridad social como la conocemos hoy), o sea, unos 700.000 parados. Con estos datos, ¿alguien duda de que el chantaje, la amenaza de lanzar a las llamas del paro a los “disidentes”, sea hoy aún más fuerte que en los años 30?

A pesar de ello,  en 1933, vencieron las derechas. Lo mismo que pasó este año en nuestro país y amenaza con repetirse en Andalucía. Los reos votaron a favor de los verdugos, o de sus esbirros. En los años 30, con prepotencia gubernamental, como ahora, se fueron distanciando aún más las dos opciones políticas. Hasta que una victoria de la izquierda, propiciada por los abusos de poder de la derecha, radicalizó las posturas hasta hacerlas irreconciliables y nos abocó a la guerra civil. Afortunadamente, este no es el caso hoy, aún.

Quizá ahora estamos en una situación más parecida a la previa de la proclamación de la II República. Descrédito de la monarquía, dominio absoluto y prepotente de las derechas ligadas al poder económico… Por ello, y adaptado a los tiempos (las redes ayudando), ¿se podría pensar en un nuevo “pacto de San Sebastián”? No pretendo un retroceso en el tiempo, sino simplemente, como entonces, el agrupamiento del espectro más amplio de partidos políticos, intelectuales y representantes de tantos y tantos grupos, bajo un lema común, que sirviera de fulcro a las aspiraciones de cada cual con la fuerza de la sintonía mutua. En San Sebastián se llegó a unos puntos mínimos, que fueron:

Establecimiento de la República y proceso Constitucional que la avale

Libertad religiosa y política

Organización autonómica del estado

 Tal como están las cosas, imaginemos cuanta gente sintonizaría con una propuesta similar, que en el fondo se resumiría en una terna de temas no sólo pendientes sino en rápida regresión, que he comentado en otro artículo:

Participación

Justicia

Constitución

¿Dónde hay que firmar?

 


[1] PRESTON, Paul. La destrucción de la democracia en España. Alianza Universidad. Madrid. 1987. Pág. 137)

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