PALABRAS FALSAS

Mi traducción de fragmentos de un discurso de E. Berlinguer de 1977 ha tenido una notable aceptación. La austeridad como única vía para salir del atolladero en el que los derrochadores nos han metido.

El gobierno utiliza también la palabra, lo que tal como están las cosas y cómo las manejan, parece más un insulto a la inteligencia que un recurso para vencer a la crisis. También utiliza en vano las palabras “mercado” e incluso “Europa”. En suma, un engaño que se aguanta por el miedo que los mensajes catastrofistas y el chantaje del paro azuzan.

En efecto, ¿qué quieren estos entes cada vez más abstractos? Pues que demostremos que seremos capaces de devolver el dinero que, con avidez, nos prestan. No nos piden explícitamente que machaquemos a los pensionistas; ni que cercenemos la investigación y la educación pública a todos los niveles. No nos piden, más allá de algún comentario (sistema autonómico, por ejemplo) que alguien les debe soplar en la oreja,  que endurezcamos las leyes de orden público; ni que mantengamos los privilegios de la Iglesia o de la Monarquía. No nos ordenan que mantengamos las SICAV o que debilitemos la lucha contra el fraude fiscal. ¡No! Ellos quieren su dinero, garantías de que lo devolveremos. Lo demás son opciones de un gobierno que, con millones de votos recogidos de los que cayeron por los agujeros por donde el PSOE hacía aguas, están diseñando un nuevo país, basado en los principios de la derecha más rancia: mantenimiento de privilegios casi feudales, desprecio hacia las capas populares, consideración de todo un país como una finca privada. Un búnker para durar.